El bosque de la muerte.
Fue hace años, no recuerdo cuantos, los años han azotado drásticamente mis recuerdos y he llegado a olvidar hasta mi edad, pero hay hechos que jamás se olvidan, algunas veces por ser muy buenos momentos otras veces por ser todo lo contrario, como aquella fatídica tarde del ocho de mayo del año noventa y dos.
El lugar donde yo vivía era muy sereno, silencioso, no pasaba un alma por allí, solo se podía oír el pobre cantar proveniente de algún ave solitaria en el interior del bosque, con el cual deslindaba la parte trasera de mi casa. Era un bosque de gigantescos árboles, tan grandes eran que las aves que se posaban sobre sus ramas pobres de hojas, parecían ser minúsculas moscas posándose sobre la mesa de la cocina, cuando me acercaba a ellos y contemplaba su cara de hombre envejecido y maltratado por las inclemencias del tiempo y el pasar de los años, me hacían parecer un pequeño insecto parado al pie de un gigante de madera.
Desde pequeño contuve las ganas de internarme entre la espesura de le bosque y sus interminables hileras, ya que este siempre sembró en mi una ligera sensación de terror. Cuando yo pasaba junto a el, un extraño escalofrió recorría mi cuerpo y hacia que me alejara rápidamente de el, algunas veces hasta corriendo, como escapando de un monstruo que amenazase con quitarme la vida.
Ya era tiempo de que me fuese a vivir al pueblo con una de las hermanas de mi padre ya que en ese lugar había un colegio en el cual podría comenzar a educarme, en ese entonces tenia mas o menos unos ocho años y ya que mi madre trabajaba en el campo de temporera, para mantenernos a mi y a mis dos hermanos mas pequeños ella no podría ir al pueblo solo para ir a dejarme al colegio.
Cada dos semanas mi tía me llevaba a casa de mi mama, la “choza” como le decía ella, puesto que era una casa con techo de paja y murallas de adobe, de todos modos eso a mi no me importaba por que a lo que yo iba era a ver a mi madre que estaba sola ya que mis hermanos estaban en casa de una de sus primas y mi padre había muerto en una pelotera, causada por el vino y las cortaplumas abiertas. Claramente en mi casa yo era mas feliz que en casa de tía Agustina ya que en ella estaba prohibido hablar fuerte, también estaba prohibido comer a deshoras, así como también estaba estrictamente prohibido siquiera rozar los chiches que ella tenía en el aparador del living.
Luego de dos años viviendo en casa de tía Agustina ya mas adecuado a sus ordenes, prohibiciones, reglas y leyes, ella comenzó a sentir cierto afecto hacia mi, alo mejor debido a que ella no había tenido hijos pues, su novio murió el mismo día de su boda a causa de una caída desde el caballo en el que viajaba hacia la iglesia, pues una de las hebillas de su montura extrañamente se corto, haciendo que el hombre cayera de cabeza al duro camino de tierra, terminando así con su vida. El afecto de tía Agustina hacia mí, creció tanto que ella comenzó a darme ciertas “libertades” como poder tocar sus chiches y mirarle la cara a ella pues hasta ese entonces su rostro también era un tabú. Un día domingo como otros me levante temprano, me di un baño en la enorme tina de tía Agustina y me prepare para ir a casa de mi madre pasaron las horas, me extrañe ya eran mas de las nueve de la mañana y tía Agustina no acostumbraba a salir tarde, entonces me dirigí a su cuarto, me aproxime a la puerta y golpee suavemente tres veces, una amable vos desde el interior dijo:
- ¿Quien es?
- Yo - respondí
- ¿Que quiere mijito?
- Me preguntaba por que estaba tardando tanto, ya son mas de las nueve de la mañana
- ¿Y cual es el problema? ¡¡¡Hoy es domingo!!!
- Si pero es que hoy corresponde ir a casa de mama
Rápidamente cambio el tono de su voz y me dijo:
- ¡¡¡Hoy no iremos¡¡¡
- ¿Pero por que? ¿Acaso estas enferma tía?
- ¡¡¡No, no estoy enferma!!!
- ¿Y entonces por que no iremos?
- ¡¡¡Pues por que no!!! Y no se habla mas del tema
- Pero…
- ¡¡¡Pero nada!!! ¿eres tonto, que acaso no entiendes?
- Esta bien…
Me retire sollozando a mi cuarto pues hoy mas que nunca tenia ganas de ir a casa de mi mama, ye que hoy ella estaba de cumpleaños e iba a ser el segundo año en que estaría sola; dentro de mi cuarto llore como un bebe al que le quitasen su chupete, llore durante una hora hasta que mis ojos se secaron por la falta de lagrimas.
Luego de un rato pensé: ¡podría escapar!, pero recordé que el viaje en auto demoraba al menos tres horas, entonces a pie demoraría mas o menos unas seis horas, otra posibilidad era cruzar por el bosque, pero era un riesgo que no estaba dispuesto a correr.
Así pasaron los meses y tía Agustina prohibió que me refiriese a mi madre frente a ella, tal vez ella creería que yo le pertenecía, que yo era su hijo y no recordaría que ella era solo mi tía, no mi madre.
Al cabo de cuatro meses llego a nosotros la información de que uno de mis pequeños hermanos había fallecido extrañamente después de haber ingresado al bosque; también nos informaron que mi otro hermano “el de al medio” estaba desaparecido, probablemente también había ingresado al bosque.
Así por fin después de seis meses volvería a ver a mi madre esta ves en un encuentro triste, muy penoso, lleno de dolor y angustia.
Muchos fueron los grupos que salieron en busca de mi otro hermano que desapareció en el bosque, alo mejor buscando la enorme casa abandonada que mi hermano menor le señalo que se encontraba en el centro del bosque luego que salio de el y antes de morir.
Asi las búsquedas se centraron también en encontrar esta casa, pues si existía, mi hermano probablemente se encontraba allí.
Pasaron las semanas, tres exactamente, y los hombres que buscaban a mi hermano comenzaron a olvidarse de esto del bosque y empezaron a buscar por otros medios, algunos pensaban que seguramente su madre al no poder mantenerlos los enveneno a ambos, o que probablemente enterró a uno y para despistar dejo al otro tirado sobre su cama; de todos modos yo sabia que ella nunca había echo algo así y estaba seguro que el bosque tenia mucho que ver en este asunto.
Pasaron dos años y la gente se olvido de todo esto, pero a mi madre y a mi no se nos olvido nada, todo seguía en la mente como si hubiese sucedido el día anterior.
Así pasaban los días tristes para mi madre pues ella estaba sola no tenia a mis hermanos ni a mí, además la gente comenzó a alejarse de ella pues sospechaban, que había sido la asesina de sus propios hijos y así mismo los niños le insultaban de distintas maneras…
Llegue a la edad de dieciséis años, al cuidado de mi tía, aunque ella prohibía acercarme a mi madre, yo le engañaba diciéndole que iba a casa de un compañero de curso a hacer ejercicios para la clase de algebra, así ella me daba la autorización para ir, pero no sospechaba donde realmente yo iba.
Camino a casa, miraba la inmensidad del bosque que le quito la vida a uno de mis hermanos y secuestro al otro, y pensaba: por que no habré sido yo, por que envés de estudiar, no me quede en casa cuidando de ellos mientras mama trabajaba.
Con este método de engaño comencé a ir casi todos los fines de semana a casa de mi madre, pero siempre temeroso y con suma cautela para que mi tía Agustina no se fuese a enterar donde realmente yo iba.
Cierto día luego de muchas meditaciones llegue a la conclusión de que dejaría el colegio, para comenzar a trabajar, e ir a vivir nuevamente con mi madre, allá al campo, al lado de ese maldito bosque que siempre me atemorizó, pero ahora, ya con dieciséis años difícilmente lo volvería a hacerlo.
Un día jueves veinticinco de abril del año noventa y dos, decidí que ya era hora, y me dirigí a la inspectora del colegio en el cual yo estudiaba, me dirigí al director del establecimiento con un tono grave y le explique el por que de mi decisión, el me miro fijamente a los ojos y dijo que si acaso había tenido la mas remota idea de lo que significa no tener estudios y de lo que se sufre en el campo, yo aun con mi tono grave respondí que si, ¡mentí!, con solo una palabra mentí horriblemente, como nunca lo había hecho, entonces el director me dio un ultimo consejo, el me dijo: “el día de mañana te darás cuenta del error que cometiste el día de hoy, querrás regresar el tiempo, pero será demasiado tarde ya, para volver el tiempo atrás”, con estas palabras le estreche la mano, me levante y me retire de su ajustada oficina.
Ese mismo día regrese a casa de tía Agustina y le explique lo que había echo, ella se puso eufórica y me dijo que ella no iba a tener a un vago en su casa; shhh –le dije yo- no te preocupes no tendrás ni un vago ni un hombre en tu casa, hoy mismo me vuelvo para la mía. Así lo hice ese mismo día tome mis pocas cosas y me fui a mi casa, sin siquiera darle las gracias a mi tía, puesto que no me sacaba de la mente como fue conmigo cuando me recibió y como quiso adueñarse de mi.
Ya era de noche cuando baje de el bus que me dejo fuera de la pequeña “choza” de mi madre me acerque a la casa y una ráfaga de viento proveniente del bosque parecía darme la bienvenida, mire con desprecio las arrugadas caras de los árboles, las que al parecer se reían de mi, abrí la puerta de lampazos y rodee la casa para entrar por la puerta trasera para sorprender a mi madre, al momento en que entre ella se incorporo rápidamente de su silla de mimbre, mas que nada no fue una sorpresa, fue un susto el que le di.
Al momento en que me reconoció me dijo: ¡Manuelito! Que ta’ haciendo aquí mi niñito oiga…
Me vine para acá mama –dije yo- me vine a vivir con usted denuevo, me aburrí de vivir con la señora Agustina y quiero estar aquí con usted.
Oiga meijito, pero y pa’ que se jue a venir he allá, acaso lo tenia mal la Augûtina o no le gustaa er colegio-dijo mi madre-
Entonces yo le explique todo así como se lo explique al director del colegio y a mi tía, también le dije que seguramente el día de mañana me daré cuenta del error que cometí el día de hoy, querré regresar el tiempo, pero será demasiado tarde ya, para volver el tiempo atrás, también le comente que quería visitar el bosque, nada mas que por simple curiosidad, entonces ella me hizo un comentario que me intrigo mas aun , me dijo que desde que Benjamín murió y José desapareció, muchos niños, jóvenes y adultos, han querido encontrar la casa del bosque, pero muchos de los que han entrado no han vuelto a salir y los que han salido, y han podido hablar, han dicho que el bosque es interminable y muy espeso como para seguir avanzando.
Esto sin embargo aumento aun mas la curiosidad que sentía respecto al bosque y decidí que entraría en el.
Cierto día fui al pueblo a hacer unas compras, pero decidí que antes de ir a comprar lo que necesitaba iría a recorrer el centro solo para recordar los viejos tiempos, inicie mi recorrido en la calle Carmona, camine cuesta arriba pase frente a la confitería de la señora Rebeca, la cual a escondidas de los demás niños y de mi tía, siempre me daba dulces de colores.
Al final de la calle doble por Villa Lobos hacia el oeste y pase justo frente a la casa de mi tía Agustina, en la reja vi un cartel que decia: SE VENDE, me acerque a un hombre, al parecer encargado de la mudanza, y le pregunte por que la estaban vendiendo, el con un tono muy desagradable me dijo que la antigua dueña de casa se había suicidado hacia no mas de tres días. No quise saber más del asunto y me aleje de allí, además ya sospechaba yo por que se había suicidado, había de ser por mi.
Camine con un tanto de remordimiento por entre las estrechas calles, hasta que llegue a la plaza, continué caminando sin mirar mas que hacia delante, de pronto escuche a lo lejos un silbido, me volví y vi en una de las bancas de la plaza a un grupo de ex compañeros y compañeras, fui hacia ellos y todos se pusieron de pie y me abrazaron calurosamente puesto que no se habían despedido de mi el día en que me fui del colegio.
Me preguntaron por que me había ido, yo les explique al igual que a mi madre, también les comente que los extrañaba puesto que donde vivía ahora no había nadie de mi edad, entonces uno de ellos, Jhon, me pregunto donde vivía, que cuan lejos quedaba, etc. Entonces me comento que ellos tenían ganas de visitarme, para ver si podríamos salir a recorrer el campo ya que algunos no lo conocían, yo les dije que fueran cuando quisieran, pero ojala los domingos pues ese era mi único día libre.
En fin conversamos de la vida un buen rato, eran ya cerca de las cuatro y aun no había echo las compras, así es que les explique que debía irme pues el ultimo bus salía a las seis y aun no hacia las compras; nos despedimos, y les recordé mi oferta y ellos dijeron que lo tendrían muy presente.
Era una oscura tarde del mes de mayo, yo estaba en mi casa y no tenia planes de salir de ella durante el resto de la tarde, ya que estaba cansado por que había trabajado durante toda la semana hasta muy tarde sin ni un solo descanso, eran cerca de las dos de la tarde cuando escuche la voz de una mujer que decia ¡alo! en la puerta de lampazos me levanté de el sillón de paja y me dirigí hacia la puerta, al momento en que abrí ¡sorpresa! Gritaron mis amigos, eran ellos quienes por fin habían venido a verme. Después de haber conversado largo rato, Walter insinuó algo sobre el bosque apuntando hacia el a través de la ventana, entonces todos se acercaron a la ventana y contemplaron los gigantescos árboles que se erguían a un costado de la casa; entonces Andrea con una voz asombrada dijo: podríamos ir a pasear al bosque, se ve súper tenebroso. En ese momento se me puso la piel de gallina, pero no quise quedar como un cobarde frente a mis amigos y dije que seria una excelente idea para pasar la tarde.
A las tres de la tarde partimos con rumbo hacia el bosque, aquel bosque de gigantescos ancianos arrugados que siempre se burlaban de mí.
Al momento en que me acerque al bosque un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y me hizo recordar el terror que le tenia cuando era pequeño, quede detenido frente a un gran tronco, mas bien gigantesco, levante la vista intentando localizar la punta de aquel árbol pero esta desaparecía entre las nubes oscuras que por hay pasaban.
Los demás ya se habían adelantado solo Roxana estaba cerca mío pues al parecer estaba un tanto temerosa, nos fuimos internando cada vez mas en la espesura del bosque pasando entre matorrales, esquivando ramas y troncos caídos.
Pasaron las horas, ya eran cerca de las cinco y media y estaba anocheciendo rápidamente, producto de las espesas nubes que habían reinado durante todo el día.
No creen que ya es hora que volvamos –dijo Roxana- es tarde ya; ciertamente yo estaba esperando hace un rato que alguien dijese algo así, pero yo no quería hacerlo para no parecer un cobarde frente a todos.
¿Acaso están asustados? –dijo Jhon- o le temen a los árboles –dijo en tono burlón-
Si po’ chiquillos no sean fomes –insinuó Jessica- sigamos caminando no mas.
Entonces seguimos caminando más y mas adentro, internándonos en el corazón del bosque, hasta ese momento todo iba bien, nada fuera de lo normal había ocurrido. Pero de un momento a otro comencé a sentir algo, era como una presencia que nos seguía, como un animal acechando a su presa, me sentía observando, pero a los demás parecía no inquietarles nada por el estilo, sin embargo yo me inquietaba más y más. Comencé a mirar a mí alrededor intentando buscar algo, pero sin saber que.
Eran ya casi las seis y media, el frío nos había entumecido y el grupo estaba muy silencioso una fuerte ráfaga de viento sacudió las ramas de los árboles e hizo caen unas cuantas hojas, en ese momento Gustavo insinúo: creo que deberíamos volver, ya, se esta oscureciendo mucho. Entonces Jhon, Andrea y Walter asintieron con la cabeza y comenzamos el retorno a casa.
Caminamos cerca de una hora, la oscuridad ya se había apoderado de el bosque y comenzaba a levantarse de entre las ramas y hojas del suelo, una espesa niebla que nos hacia desaparecer los pies, todos comenzamos a inquietarnos y a caminar mas rápido, tropezábamos unos contra otros ya que no veíamos mucho.
Ya eran mas de las ocho, eran cerca de las nueve, y aun estábamos hay, en el interior del bosque entre esos gigantes y arrugados ancianos de madera.
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ya se viene el final...
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